Me llamo Natalia y nací cerca de la Cordillera de los Andes, en Argentina. 

Estudié en la Universidad Nacional de Cuyo, obteniendo los títulos de Licenciada y Profesora en Artes Visuales con especialización en Escultura.

Al terminar la carrera la curiosidad me trajo hasta Europa, pasando temporadas en Italia y Francia, pero fue en Barcelona en donde me establecí. Aquí vivo y trabajo desde hace más de veinte años.

Una parte de mi corazón sigue en Argentina. De allí viene la fuerza que impulsa mi obra y mi conexión con la naturaleza: una energía vital que atraviesa silenciosamente cada escultura.

Utilizo principalmente la cerámica y el vidrio para dar forma a escenas cargadas de quietud y emoción.
En mis esculturas los animales son presencia pura, en su naturaleza inmediata y auténtica.
Mi obra plantea, desde la simple y silenciosa existencia de los perros, un contrapunto a la complejidad humana y sus búsquedas. A través de pequeños gestos —un ojo que observa, una oreja atenta— construyo escenas que invitan a detener el tiempo y a reconocer una calma profunda que nace de lo inmediato y tangible.
Mis esculturas son refugio: un lenguaje de amor y resistencia frente a un mundo que a menudo pierde de vista lo esencial.